jueves, 20 de septiembre de 2007

“Piensen en todo lo que le debemos. Jesús es la resurrección y la vida. “El que cree en [Él] aunque esté muerto, vivirá”. Hay quienes poseen una gran riqueza, pero que aún así darían todo lo que poseen para alargar unos años, meses o incluso días, su vida mortal. ¿Qué daríamos entonces nosotros por la vida eterna?
“Hay quienes darían todo lo que tienen por sentir paz. “Venid a mi, todos los que estáis trabajados y cansados”, enseñó el Salvador, “y yo os haré descansar”. No obstante, es algo más que paz lo que el Salvador promete a los que guardan sus mandamientos y perseveran hasta el fin; es la vida eterna, “que es el mayor de todos los dones de Dios”.
“Gracias al Salvador, viviremos para siempre. La inmortalidad significa que nunca moriremos; en cambio, la vida eterna significa vivir para siempre en esferas exaltadas en compañía de nuestros seres queridos, envueltos en un amor profundo, en un gozo exquisito y en gloria.
“Ninguna cantidad de dinero puede comprar ese estado exaltado. La vida eterna es un don de un Padre Celestial amoroso que se ofrece de manera gratuita y libre a todos los que presten oídos al llamado del Varón de Galilea.
“Lamentablemente, hay muchos que están demasiado atrapados en sus redes para escuchar el llamado. El Salvador explicó que “no creéis, porque no sois de mis ovejas… Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen.”.
“¿Cómo seguimos al Salvador? Ejerciendo nuestra fe, creyendo en Él, creyendo en nuestro Padre Celestial, creyendo que Dios todavía se comunica con el hombre en la tierra.
“Seguimos al Salvador arrepintiéndonos de nuestros pecados, experimentando tristeza por ellos y abandonándolos.
“Seguimos al Salvador entrando en las aguas del bautismo y recibiendo la remisión de nuestros pecados, recibiendo el don del Espíritu Santo y permitiendo que esa influencia nos inspire, instruya, guíe y consuele.
“¿Cómo seguimos al Salvador? Obedeciéndole. Él y nuestro Padre Celestial nos han dado mandamientos, no para castigarnos o atormentarnos, sino para ayudarnos a alcanzar una plenitud de gozo tanto en esta vida como en las eternidades que están por venir, por los siglos de los siglos.
“Por el contrario, cuando nos aferramos a nuestros pecados, a nuestros placeres, y a veces incluso a lo que percibimos como nuestras obligaciones, nos resistimos a la influencia del Espíritu Santo y dejamos de lado las palabras de los profetas, entonces nos quedamos en la orilla de nuestra propia Galilea, bien atrapados en nuestras redes. Nos encontramos incapaces de abandonarlas y seguir al Cristo Viviente.
“Pero el Pastor nos llama a todos hoy. ¿Reconoceremos la voz del Hijo de Dios? ¿Le seguiremos?
“¿Me permitirían darles una palabra de advertencia? Hay quienes piensan que si seguimos al Salvador, nuestra vida estará libre de preocupaciones, de dolores y de miedos. ¡No es así! El Salvador mismo fue descrito como varón de dolores.
[…]
“En efecto, no insinúo que el camino vaya a ser fácil, pero les doy mi testimonio de que los que, con fe, abandonan sus redes y siguen al Salvador, experimentarán una felicidad más allá de su capacidad de comprensión.
[…]
“Así como Jesús el Cristo estuvo en la orilla del Mar de Galilea hace 2000 años, también hoy está haciendo el mismo llamado que extendió a aquellos pescadores fieles, esta vez para todos los que quieran escuchar su voz: “¡Venid en pos de mi!”.
“Tenemos redes por echar y redes por arreglar, pero cuando el Señor del océano, de la tierra y del cielo nos dice “venid en pos de mi”, debemos abandonar los enredos mundanos y seguir sus pasos.
[…]
“Jesús el Cristo es “el camino, la verdad y la vida: nadie viene al Padre, sino por [Él]”. Como testigo especial de Él, les testifico en éste día que llegará el tiempo en que todo hombre, mujer y niño podrá mirar a los ojos llenos de amor del Salvador. Ese día sabremos con seguridad de lo valiosa que es nuestra decisión de seguirle al instante.
“Que cada uno de nosotros escuche el llamado del Maestro y abandone al instante las redes de la esclavitud y le siga con gozo, es mi ferviente oración, en el nombre de Jesucristo. Amén.”

Elder Joseph B. Wirthlin... "Venid en pos de mi", Liahona Julio 2002.

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